martes, 13 de abril de 2010

País de Mierda...

...y me quito el sombrero ante Arturo Pérez-Reverte, autor de este genial artículo que refleja lo que pensamos muchos...pero muchos sobre la gente de este país. Aunque no suelo hacer esto en mi blog, permitidme hacer un copia-pega íntegro del texto; si tenéis 5 minutos leerlo, es simplemente genial.


(Gracias a mi sister por pasarme el artículo)

UN FACHA DE SIETE AÑOS
por Arturo Pérez-Reverte
EL SEMANAL,

Me interpela un lector algo, o muy dolido, porque de vez en cuando aludo a España como este país de mierda. El citado lector, que sin duda tiene un sentimiento patriótico susceptible y no mucha agudeza leyendo entre líneas, pero está en su derecho, considera que me paso varios pueblos y una gasolinera. Le extraña, por otra parte, y me lo comunica con acidez, que alguien que, como el arriba firmante, ha escrito algunas novelas con trasfondo histórico, y que además parece complacerse en recuperar episodios olvidados de nuestra Historia en esta misma página, sea tan brutal a la hora de referirse a la tierra y a los individuos que de una u otra forma, le gusten o no, son su patria y sus compatriotas.
La verdad es que podría, perfectamente, escaquearme diciendo que cada cual tiene perfecto derecho a hablar con dureza de aquello que ama, precisamente porque lo ama. Y cuando abro un libro de Historia y observo ciertos atroces paralelismos con la España de hoy, o con la de siempre, y comprendo mejor lo que fuimos y lo que somos, me duelen las asaduras. Aunque, la verdad, ya ni siquiera duelen Al menos no como antes, cuando creía que la estupidez, la incultura, la insolidaridad, la ancestral mala baba que nos gastamos aquí, tenían arreglo.
La edad y las canas ponen las cosas en su sitio: ahora sé que esto no lo arregla nadie.
España es uno de los países más afortunados del mundo, y al mismo tiempo el más estúpido. Aquí vivimos como en ningún otro lugar de Europa, y la prueba es que los guiris saben dónde calentarse los huesos. Lo tenemos todo, pero nos gusta reventarlo. Hablo de ustedes y de mí. Nuestra envilecida y analfabeta clase política, nuestros caciques territoriales, nuestros obispos siniestros, nuestra infame educación, nuestras ministras idiotas del miembro y de la miembra, son reflejo de la sociedad que los elige, los aplaude, los disfruta y los soporta. Y parece mentira.
¡Con la de gente que hemos fusilado aquí a lo largo de nuestra historia, y siempre fue a la gente equivocada! A los infelices pillados en medio. Quizá porque quienes fusilan, da igual en qué bando estén, siempre son los mismos.
Pero me estoy metiendo en jardines complejos, oigan. El que quiera tener su opinión sobre todo eso, acertada o no, pero suya y no de otros, que lea y mire. Y si no, que se conforme con Operación Triunfo, con Corazón Rosa o con Operación Top Model, o como se llamen, y le vayan dando.
Cada cual tiene lo que, en fin, etcétera. Ya saben. Por mi parte, como todavía me permiten y pagan este folio y medio de terapia personal cada semana, es higiénico poder morir matando, me reafirmo un día más en lo de país de mierda.
Y lo voy a justificar hoy, miren por donde, con una bonita anésdota anesdótica. Una de tantas.
Verán. Un niño de siete años, sobrino de un amigo mío, observando hace poco que varios de sus amigos llevaban camisetas de manga corta con banderas de varios países, la norteamericana y la de Brasil entre ellas, algo que por lo visto está de moda, le pidió al tío de regalo una camiseta con la bandera española. «Van a flipar mis amigos, tito», dijo el infeliz del crío.
Según cuenta mi amigo, el sobrinete bajó al parque como una flecha, orgulloso de su prenda, con la ilusión que en esas cosas sólo puede poner una criatura. A los diez minutos subió descompuesto, avergonzado, a cambiarse de ropa. El tío fue a verlo a su habitación, y allí estaba el chiquillo, al filo de las lágrimas y con la camiseta arrugada en un rincón. «Me han dicho que si soy facha o qué», fue el comentario.
¡Siete años!, señoras y caballeros. La criatura. Y no en el País Vasco, ni en Cataluña, ni en Galicia. ¡En la Manga del Mar Menor! provincia de Murcia.
Casualmente, y sólo una semana después de que me contaran esa edificante historia infantil, otro amigo, Carlos, gerente de un importante club náutico de la zona, me confiaba que ya no encarga polos deportivos para sus regatistas con el tradicional filetillo de la bandera española en las mangas y en el cuello. «En las competiciones con clubs de otras autonomías, explicó, están mal vistos.»
Dirán algunos que, tal y como anda el asunto, podríamos mandar a tomar por saco ese viejo trapo (nuestra bandera) y hacer uno distinto.
Al fin y al cabo sólo existe desde hace dos siglos y medio. Podríamos encargarle una bandera nueva, más actual, a Mariscal, a Alberto Corazón, a Victorio o a Lucchino. O a todos juntos. Pero es que iba a dar igual. Tendríamos las mismas aunque pusiéramos una de color rosa con un mechero Bic, un arpa y la niña de los Simpson en el centro; y en las carreteras, el borreguito de Norit en vez del toro de Osborne.
El problema no es la bandera, ni el toro, sino la puta que nos parió.
A todos nosotros.
A los ciudadanos de este país de mierda.

12 comentarios:

♥ Ana ♥ dijo...

Qué bueno y qué real. Merece la pena leerlo, es verdad.

Un beso

Su dijo...

Me alegro de que te haya gustado :)

Muy triste lo de este país, sí... Y lo peor, que no tiene solución.

Un besote!

Anónimo dijo...

Por desgracia nos toca vivir ahora esto, aunque yo tengo esperanzas que en unos años esto cambie...

ramon dijo...

así es... somos así, dicen que si fuera españa la que hubiera llevado al hombre a la luna, al poner la bandera de su país, desde la tierra medio país estaría desde aqui llamándole facha.

una lástima, por qué qurernos tan poco, si es lo que vamos a aguantar toda la vida.

LoQueVen dijo...

Gracias por compartirlo.
La verdad es que no le falta razón, me parece muy triste que en todos los paises puedan ir tan felices con sus banderas hasta el punto de que se ponga de moda, y nosotros tengamos que avergonzarnos.
Un realidad penosa.

X dijo...

Y se queda corto.

Anónimo dijo...

Quizás lo que no tenga solución sean los paisanos...vamos, los miembros y miembras del país...por cierto, cuál de ellos???

Anónimo dijo...

Me parece más preocupante la identificación ideológica de un trozo de tela coloreada que los sentimientos que pueda despertar en cada persona...Seguimos cayendo en el error de dividir, segregar, aislar a los que nos rodean en función de si son de los nuestros o de los otros...sniff...

Duna dijo...

Me ha encantado el texto y es que Perez Reverte es de mis autores preferidos como columnista, tengo varios libros que recogen sus mejores columnas en El Semanal.
Me gustaria pedirte permiso para publicar este texto en mi blog citando tu blog como fuente.
Un saludo

Carlos Pro dijo...

Lo que ven, X, Anónimos, un saludo de lunes.
Duna, por supuesto que puedes coger el texto, y si referencias el blog, pues gracias! ;)

Unknown dijo...

Muy cierto, sí señor. Y muy triste...
Se nota que el autor es Reverte. Dicen que cuando opina algo no se corta jaja, desde luego que no. ¿Para qué hacerlo?

Anónimo dijo...

Muy entretenido, me ha gustado. Gracias
Yogalo.spaces.live.com